Así como el pasado lunes analizaba en este blog los aspectos más positivos del torneo, con los mejores jugadores en esa "selección" ideal y todas las claves destacadas positivamente, hoy toca hacer seria reflexión sobre los aspectos negativos, sobre las desilusiones del torneo.
-Decepciones-
En cuanto a nivel de selecciones, la decepción mayor ha sido, sin ningún tipo de dudas, el estrepitoso empeoramiento, la mala imagen y el deterioro del fútbol de la campeona de Europa de la categoría, Holanda, que hace poco más de mes y medio se llevaba el título en tierras serbias. Habían destacado grandes nombres como Karim Rekik, Kyle Ebecilio o Tonny Trindade de Vilhena, de los cuales tan solo el segundo ha mantenido su nivel respecto al Europeo. Esta oranje ha sido uno de los casos más extraños en todo el Mundial. Comenzó derrotado por Congo, una selección congoleña que aprovechó su poderío físico para romper el rigor táctico que instauraba Stuivenberg en los neerlandeses y en la que la actuación de dos pequeñas revelaciones africanas como Justalain Konkou y Mavis Tchibota bastaron para que Holanda empezase tropezando. Los problemas no quedaron ahí, porque ante Corea del Norte la imagen fue aún peor. La campeona de Asia se encerró atrás de una manera bastante descarada. Holanda tenía que saber gestionar su dominio del encuentro, pero sus imprecisiones arriba hacían que las llegadas de los volantes ofensivos y los delanteros se quedasen en mera espuma. Kyle Ebecilio, de lo único salvable de este conjunto, intentó echarse a su equipo a la espalda, siendo el jugador más importante en lo que a llegadas peligrosas y en lo que a solidaridad atrás -tarea que no le compete- se refiere. Sin embargo, Trindade de Vilhena y Anass Achahbar no culminaban las ocasiones que generaba. Para aumentar el dramatismo de la situación, Corea del Norte tuvo una contra peligrosa -prácticamente lo único que hicieron los hombres de An Ye-Gun- y Boy de Jong no pudo evitar que el disparo de Kang Nam-Gwon entrase. Sin embargo, el asedio holandés era tal que, pese a los infortunios varios, marcaron el empate por inercia (Danzell Gravenberch), y a punto estuvieron de darle la vuelta al marcador, pero la defensa de los norcoreanos -impresionante en algunas fases, a veces de 6 hombres- lo evitaron.
Un punto era muy poco bagaje para el encuentro decisivo ante los que serían campeones del mundo en el fin del "grupo de la muerte". México comenzó como es habitual en ellos, apretando mucho, creando jugadas. En el primer tiempo (en el que el Tri se llevó un 2-0 de ventaja) se pudo ver el poco nivel que estaba desplegando el centro del campo naranja ante un conjunto mexicano al que daba gusto verle salir con el balón controlado y crear -gracias, entre otros, a Espericueta o Julio Gómez- y culminar -mediante Carlos Fierro y Giovani Casillas-. Aunque hubo cierto conato de resurrección holandesa llegando incluso a empatar gracias a la multifunción de un sobrecargado Ebecilio, Arturo González se encargó de derrotar a Holanda en el descuento, y de mandarlos para Ámsterdam a reflexionar por qué han pasado de ser campeones de Europa a ser de las selecciones peor clasificadas del campeonato mundial.
Otro caso gravemente decepcionante es el de Dinamarca, un conjunto que fue tercera en el Europeo de Serbia dando muy buena imagen y de la que apenas en el Mundial hemos visto a sus dos estrellas: Kenneth Zohore y Viktor Fischer. La derrota ante Brasil (3-0) podía incluso esperarse, porque era y ha sido una de las mejores selecciones del campeonato, pero durante los demás encuentros ha sido una selección con recursos muy escasos, sin apenas creatividad ofensiva, con volantes casi siempre replegados y sin ningún jugador conector de líneas. Cayeron ante Costa de Marfil por efecto del huracán Coulibaly y, pese que asediaron a Australia en el último partido -que se tuvo que repetir un día después a la hora original, por la mañana hora local, por culpa de una fuerte tormenta seca- no lograron marcar más de tres goles, necesario para clasificarse. Apenas se puede destacar además a Lee Rochester Sørensen, delantero, referencia ofensiva arriba, pero poco más se puede salvar de este conjunto entrenado por Thomas Frank que prometía también plantear batalla.
La última decepción seria nos la ha dado la selección de Argentina. Llegaba al torneo dando la sensación de ser un conjunto fuerte, con recursos y plantel suficiente como para pelear con Japón y la que, en teoría, era una Francia débil por pasar de la fase de grupos. La gravedad de su problema fue de menos a más. Comenzó fatal ante Francia, falta de pegada, de llegada, con un Enzo Beloso fuera de sitio, forzado a ser el jugador que tiene que generar las ocasiones peligrosas junto a Gaspar Íñiguez, con imprecisiones en los pases, sin conexión con la delantera y sin referente ofensivo claro arriba. Mal campeonato de Lucas Pugh y Lucas Ocampos, delanteros que partían como titulares. Cayeron merecidamente ante una Francia excelsa en el poderío físico, buena en la presión y enorme en los robos de balón en mitad del campo producidos, en gran parte, por la inoportuna somnolencia del centro del campo argentino. Ante Jamaica ganaron por inercia, sin ser aún lo suficientemente superiores, lo que aumentó la sensación de peligro y de preocupación para los hombres de Óscar Garré. Para el último partido de grupos, sí que se produjo la introducción de un 9 referente, como fue la inclusión en el once de Lucas Vera Piris, el hombre que mejores condiciones reunía para esta función, aunque no se pudo hacer evaluación de su actuación ya que casi no tuvo ocasiones de peligro. Una selección nipona bastante mejor les arrolló, los aplastó sin ningún tipo de compasión gracias, sobre todo, a un lamentable Nicolás Sequeira, que se confirma como de los peores -si no el peor- arqueros del Mundial. Los tres goles son culpa del portero de Lanús, con fallos inexplicables en un portero internacional al que tan solo le avalaba su Sudamericano Sub 17.
Argentina se sabía eliminada, aunque la fortuna les permitió pasar como terceros de grupo y enfrentarse contra Inglaterra en Octavos de Final. Garré castigó -comprensiblemente- a Sequeira, y colocó a Galván bajo palos. Pese a ser prácticamente el mismo XI inicial, Argentina dio muchísimas mejores sensaciones que en la fase de grupos, con llegadas por las bandas y con un centro del campo potable en el que se comenzaba a atisbar creatividad en ataque. Sin embargo, el potencial de una y otra selección fue determinante. Inglaterra lo ha demostrado acabando donde ha acabado, y pese a que la albiceleste se adelantase en el marcador con gol del zaguero Maximiliano Padilla al remate de una falta, la velocidad y el poderío de Sterling convertían esa banda en una constante vía de ataque inglés, con una cantidad ingente de centros peligrosos y de internadas ofensivas en el área. Una de ellas acabó poniendo el empate. Argentina logró forzar tanda de penales gracias, entre otras cosas, a su mejora defensiva, con un Pinto destacadísimo atrás y gracias a que Enzo Beloso mantuvo su nivel atrás durante todo el torneo. En los lanzamientos de 11 metros, el fútbol hizo justicia y se encargó de expulsar del Mundial a una selección de Óscar Garré que no mereció siquiera pasar de ronda.
Estas fueron las tres decepciones más profundas del torneo. Selecciones con las que se contaba pero no han dado lo que esperábamos de ellas. En el torneo también han habido dos hechos decepcionantes más a señalar:
- En primer lugar, la llamada ya "caída de los campeones". Todos los campeones continentales han caído (salvo Estados Unidos en Octavos y una gran Brasil que quedó cuarta del mundo) en la fase de grupos del torneo y dando una imagen por lo general peor que en los torneos clasificatorios. Holanda en Europa, Corea del Norte en Asia y Burkina Faso en África. Es bastante sorprendente, ya que entre dichos torneos y este Mundial tan solo ha transcurrido poco más de un mes (a excepción del caso de Asia, que se celebró un torneo sub 16 el año pasado) y el empeoramiento en conceptos, en creación de juego... en fútbol en general, es bastante notoria. Fenómeno incluso extensible para algunos subcampeones continentales como Ruanda -primera vez en la fase final de cualquier torneo FIFA- y Canadá, o a terceras, como Dinamarca.
- En segunda instancia, es de reseñar el mal nivel de los equipos africanos en el torneo. Unos combinados correosos en lo táctico, sin ideas. Todos han mantenido la constante de aprovecharse del poderío físico de jugadores, -algunos, no sólo sub 17, sino que nacidos en 1996 (sub 15)- de la presión y del juego ultra vertical en el que el objetivo era que los delanteros recorriesen su parcela de césped e intentasen marcar desde cualquier punto. Ningún síntoma de equipos creativos, que intentan salir con el balón jugado desde atrás; nada. Balonazos arriba y a intentar llegar al área rival. Obviamente, con este peculiar estilo, tan solo han sobrevivido a la fase de grupos las dos selecciones a las que sí les ha salido bien, como han sido Costa de Marfil (básicamente, Coulibaly) y a Congo (Konkou y Tchibota), que cayeron en la primera ronda de KO, pues ambas dijeron adiós en octavos de final. No es buen augurio para el fútbol africano que sus jóvenes jueguen así.
-Desilusiones-
Comienza ahora el turno de desilusiones. En primer lugar y en breve reseña mencionar los casos de Ecuador y Panamá, selecciones que, sin proponer mucho, han hecho una actuación bastante decente, mejor de lo que se esperaba en ellas. Sin embargo, cayeron en Octavos ambas ante rivales que sí proponían más juego que ellas, como son Brasil y México, respectivamente. En la selección de Javier Rodríguez, un combinado con bastante "fondo de armario", han salido nombres interesantes, como Kevin Mercado, Jonny Uchuari o Luis Batioja. Por contra, otro jugador que queríamos analizar, como era el canterano del Real Zaragoza Joel Valencia, ha respondido bien a esta categoría de "desilusión". No tocaba balón cada vez que jugó con Ecuador, desactivando la banda izquierda, donde solía caer impotente tras no entrar en juego.
Por parte panameña, hemos visto jugadores potables en el plantel de Jorge Dely Valdés, como pueden ser Bryan Santamaría -centrocampista sacrificado, el que muchas veces se echaba encima a su selección- o Darwin Pinzón, pero poco más. No había buen nivel grupal como para que Panamá avanzase más rondas.
Las desilusiones más profundas son ambas asiáticas. En primera instancia, Japón. Los nipones hicieron un arranque de Mundial espectacular, con gran pegada y un buen centro del campo, con nombres que nos encandilaron durante la fase de grupos como Takumi Minamino, Musashi Suzuki, Hideki Ishige, Hideyuki Nozawa o Masaya Matsumoto, pero no pudimos observar detenidamente el nivel de sus hombres atrás. Pasó el grupo sin dificultad como campeona del mismo, ganando y bien a Jamaica (pese al 1-0 del marcador), empatando con una Francia que se consolidó como única dispuesta a pelearle el primer puesto (1-1), y goleó con tranquilidad ante Argentina (3-1). En Octavos de Final no le dio oportunidad a una buena Nueva Zelanda (6-0) y llegó a su primer test serio ante Brasil en Cuartos de Final. Esa noche fue la que marcó a Japón con este distintivo. Brasil no tuvo ni que esforzarse para meterle tres goles en 60 minutos gracias a la pésima actuación de toda la línea de zagueros completa: Kawaguchi, Naomichi Ueda, Sei Muroya y, sobre todo, el central y capitán Takuya Iwanami, cuyos dudosos marcajes permitían moverse en su salsa a Ademilson, Piazón, Adryan y compañía. Tuvieron una repentina resurrección propiciada por la tranquilidad de Brasil en el segundo tiempo y al enésimo error del portero brasileño Charles Macedo -de lo más decepcionante del cuadro de Emerson Ávila-, pero no pudo hacer más que poner un 2-3 que los mandaba de vuelta.
La otra es Uzbekistán. Una selección de enorme calidad basada en el eje Abbosbek Makhstaliev/Timur Khakimov, decorada con la presencia de los Bobir Davlatov, Javlon Mirabdullaev, Sardor Sabirkhodjaev, Zabikhillo Urinboev o Davlatbek Yarbekov que sólo merecieron perder el inaugural contra Nueva Zelanda (1-4) en el que el marcador fue demasiado abultado para lo visto y en el que los de Evstafeev notaron la falta de su mediapunta Makhstaliev. Lo único malo que vimos en este seleccionado fue el impreciso y "cantarín" portero Ganisher Kholmurodov, quien, por ejemplo, regala 2 goles a Nueva Zelanda. Sin embargo, tras ese partido, la selección uzbeka no hizo más que ir aumentando su nivel y poderío. Con un rápido centro del campo, con volantes muy ofensivos como Sabirkhodjaev, Ubaydullaev y Makhstaliev y con precisión asombrosa tenían la capacidad de ser dominadores y peligrosos incluso cuando su rival tenía la posesión mayoritaria del balón (como en las victorias por 1-2 ante Estados Unidos y la República Checa). En Octavos de Final, mantener el estilo fue producente, y no dieron oportunidad en ningún momento a una Australia justita de calidad tanto grupal como individual (4-0). Sin embargo, en Cuartos de Final, manteniendo el orden que les caracteriza, su centro del campo y sus llegadas por banda, incluso teniendo más la pelota que la subcampeona Uruguay y disfrutando de más ocasiones que ellos, en dos errores concretos, Uruguay marcó los dos goles que mandan a Uzbekistán a casa en un partido en el que los charrúas apenas hicieron nada más que ir al estadio. Siquiera se puede hablar de errores defensivos "graves" en los goles de Charamoni y Aguirre. Impactante desenlace para el cuadro Oq boʻrilar.
-Extravagancias-
Para finalizar, no se puede pasar por alto lo que he considerado extravagante en este Mundial. Son dos reseñas breves pero necesarias. En primer lugar, el técnico de la tercera del mundo, Steffen Freund, seleccionador alemán. Ha sido muy valorado por los medios ante su gran labor dirigiendo a los chavales de la Mannschaft, pues ha logrado sacar de ellos el máximo rendimiento con comunicación explícita de lo que quería, con un sistema táctico y con unas ideas fructíferas viendo lo que ocurrió sobre el verde. Sin embargo, es un técnico con gestos extravagantes e incluso feos a nivel personal con algunos jugadores. Se ha dado en dos casos: Mirco Born, delantero del FC Twente Enschede, titular contra Ecuador, quien es señalado de la inoperancia de su equipo en el primer tiempo el primer día y es sustituido en el minuto 40. Bien es cierto que la componente táctica del cambio dio resultado y Alemania con tan solo un referente en la delantera acabó goleando 6-1 a la selección ecuatoriana, pero el detalle viene aquí: desde entonces, apenas ha tenido algún minuto como suplente tardío en alguno de los partidos de Alemania. Un gesto que puede causar una sensación de incomodidad interna en Born -recordemos que es nacido en 1994- al preguntarse y no saber por qué él fue el señalado aquel día. Otro gesto extraño de Freund llegó en el último día, en el partido por el bronce. El día antes, FIFA lanzó la lista de candidatos a los premios balón de oro, plata y bronce. Emre Can, de los mejores jugadores del torneo, que estaba en esa lista y no se había perdido apenas ningún minuto de los partidos de Alemania, solicita jugar ese encuentro, como era de costumbre. Sin embargo, el seleccionador, por algún extraño motivo, lo sienta de inicio, cuando había sido su mediocentro más creativo y organizador, y sólo lo saca en el minuto 92 cuando Brasil buscaba desesperadamente y a balón parado el 4-4 que forzase tanta de penales.
En defensa del técnico sólo he de decir que desconozco el ambiente interno de la Mannschaft, por lo que estas extrañas y repentinas sustituciones o cambios de última hora pueden deberse a conflictos internos que sólo ellos conozcan. Aunque sería bastante extraño, pues siempre estas cuestiones se suelen filtrar, cosa que no ha ocurrido en esta ocasión.
El otro apunte extravagante es la decisión de los premios FIFA. Nadie ve lógico el hecho de que Julio Gómez, autor de un gol de excelente calidad el día de Alemania (Semifinales) pero poco más, fuese balón de oro del torneo, dejando con premios de menor categoría al mejor jugador del torneo, como Espericueta, o a otros destacados, como Carlos Fierro, Yesil, Adryan, Ademilson, Aycicek, Weiser y un largo etcétera. Según algunas fuentes, este premio reconoce lo "mediático" del torneo, y se lo entrega a Julio Gómez por una mera cuestión de imagen del jugador, muy querido por los mexicanos. Tanto es así, que en los aledaños del Azteca el día de la final se vendían vendas "ensangrentadas" para que se las pusiesen los aficionados en la cabeza, imitando a Julio Gómez. Al final, Gómez se llevó el balón de oro, Espericueta el de plata y Fierro el de bronce, una de las pocas ocasiones en las que una única selección acapara estos premios.
Gran blog , enhorabuena , y mi opinión sobre este Mundial sub17 es que le ha perjudicado muchísimo la Copa América a pesar de no tener un gran nivel.
ResponderEliminarTe propongo un intercambio de enlaces entre nuestros blogs , si estás de acuerdo escríbeme en mi blog.Saludos!!
http://www.granreserva2.blogspot.com/