Estamos apostados ante las jóvenes maravillas europeas nacidas antes de 1992, o lo que es lo mismo, atentos y disfrutando de la Eurocopa Sub 19 que UEFA ha organizado en Rumanía. Tras haber vivido ya los grupos en su totalidad, encaramos las semifinales, y han sobrevivido a todos los partidos los conjuntos de la República Checa, la República de Irlanda, Serbia y España. Todos nos han dejado detalles, formas de entender y ejecutar el juego, brillanteces, exquisiteces y, también, algún que otro detalle negativo. Aquí voy a exponer lo más importante de las selecciones que jugarán mañana las semifinales. Incorporo también los XI tipo de cada selección, con las variantes que mejor han funcionado durante lo que va de campeonato.
República Checa, efectivos aunque algo desordenados
La selección que dirige Jaroslav Hřebík ha demostrado tener calidad individual, capacidad asociativa y creatividad con el balón, pero le ha costado mantener el orden táctico. Sobre todo, en el centro del campo. El esquema utilizado por los checos es un 4-2-2-2 con doble pivote, y ahí ha sido donde más dificultades ha tenido el equipo. El ejemplo claro de todo esto ocurrió contra la República de Irlanda en la fase de grupos, el partido más importante de los tres que disputaron. Hřebík entiende que esta línea del doble pivote ha de tener el equilibrio en el centro del campo, ser capaz tanto de crear fútbol como de defender las llegadas del rival. En primera instancia, colocó a la pareja Martin Sladký–Adam Jánoš, pero pronto pudimos ver que no era una buena opción. Jánoš estuvo bastante impreciso, no se asociaba con Sladký, por lo que no había centro del campo y el equipo tuvo que atacar únicamente aprovechando el recurso de las bandas, pues esta pareja sólo actuaba como apoyo a los centrales (Jakub Brabec y Tomáš Kalas) en defensa. Dos de las tres sustituciones aquel día iban encaminadas a buscar creatividad y jugadas ofensivas en esta línea. La siguiente pareja que vimos tras sustituciones fue Martin Kraus-Jánoš. Con este doble pivote, comenzaron a crear más ocasiones, pero normalmente por la zona izquierda, apoyándose en el recién entrado Kraus, pues Jánoš definitivamente perdió la marca y dejó de entrar casi en el juego checo. Por ello, fue atinadamente sustituido por Roman Polom, quien se situó en su zona y por fin nos dejó ver junto a Kraus un doble pivote creativo y ofensivo a la par que solidario y efectivo en defensa. Jánoš mejoró sustancialmente y se asoció bien con un Polom que se quedó para sí con el puesto de titular. Ése es teóricamente el mejor tándem para esa línea. Sin embargo, los experimentos del día de la República de Irlanda nos dejaron ver otras maneras de llegar a portería rival. Destacó bastante el despliegue por bandas y el desdoblamiento de los laterales, sobre todo de Tomáš Jeleček por izquierda, asociándose con Ladislav Krejčí y permitiéndole jugar casi como un extremo. Por derecha, Martin Hála tenía la misma misión junto a Pavel Kadeřábek, pero cada vez que el lateral de Sigma Olomouc subía no era tan rápido como su homólogo en la otra banda, por lo que se habría un hueco enorme por esa banda; imprecisión a corregir. Los centrales y el arquero Tomáš Koubek convencieron. Y en la línea de atacantes, sobresalen Tomáš Přikryl y Patrik Lácha, pero no me convenció Jiří Skalák, que estuvo bastante desaparecido e incómodo, retrocediendo mucho en busca del cuero cuando no había doble pivote efectivo en el equipo.
Serbia, verticalidad pero fragilidad defensiva
El combinado dirigido por Dejan Govedarica –mítico ex-jugador yugoslavo que vio puerta en aquel histórico Yugoslavia 3-4 España de la EURO 2000– ha mostrado en lo que llevamos de torneo cuál es la base futbolística de la generación a la que dirige: la verticalidad. Son muy buenos en el juego asociativo y son, también, buenos pasadores, lo que permite que el equipo nutra de balones a los delanteros y estos tengan ocasiones peligrosas. Aunque el único partido en el que no se vio esto fue ante España. La Roja, aquel sábado vestida de blanco, fue un auténtico huracán, sin dejar siquiera oler la pelota al conjunto serbio. Ahí se manifestó uno de los problemas más destacables de Serbia, su zaga. Llena de errores tontos en la salida de balón, nos regalaron prácticamente íntegro el primer tiempo. Sobre todo el lateral izquierdo del Djurgårdens sueco, Danilo Kuzmanović, quien se mostró muy blando en la salida del balón por banda, perdiendo la posesión del esférico casi siempre que entraba en juego. El espectáculo que dio hizo que perdiese la titularidad en el crucial encuentro ante Bélgica, donde Aleksandar Pantić ya demostró lo suficiente como para entrar en el XI tipo de la selección que aparece aquí al lado. Vitas es el central que mejor trabaja en el verde de todo el plantel. Čosić y Petković demostraron en la jornada inaugural ser buenos zagueros –de hecho, así lo demostraron en el encuentro ante Bélgica–, pero se vieron desbordados por el huracán que dispuso Ginés Meléndez en el césped ante España. Con respecto al resto del equipo, los atacantes que entran por bandas, Nenad Lukić por la derecha y Goran Čaušić por la izquierda, son buenos llegando al área rival y sirviendo centros, aunque falta una referencia clara en el centro, donde Govedarica prueba con Đorđe Despotović y Aleksandar Pešić, un par de delanteros en los que ninguno destaca sobre el otro. En la portería se encuentra el que hasta ahora es el mejor arquero del torneo, Nikola Perić. Bueno en el 1 contra 1, en las contras rápidas, en balones altos y decidido en las salidas. Sólo decir que Serbia no encajó el doble de goles ante España gracias a su actuación decisiva en tres face to face ante Álvaro Morata y su buena colocación en varios disparos lejanos de Juanmi y Sarabia.
España, unión de colectivo y brillantes individualidades
Un cóctel que sitúa a La Roja con el cartel de favoritos. Los chicos que se ha traído Ginés Meléndez, muchos de ellos con el debut en Liga BBVA como aval bajo su brazo, han demostrado que España tiene mucho que decir en categorías inferiores. El reto es conseguir Eurocopa Sub 21 y Sub 19 en el mismo año, algo inédito en la historia del torneo continental que organiza UEFA, incluso en la época en la que se celebraban Europeos Sub 18 y no Sub 19 como ahora. Esta generación es la que ya nos dejó boquiabiertos en la Eurocopa Sub 17 de Liechtenstein en 2010, una generación brillante tanto individual como colectivamente. La polivalencia de todos los mediocentros hace que España disponga de un centro del campo organizado y con ideas claras. Ya sea con el doble pivote organizador –idea original de Meléndez– con Rubén Pardo y Álex Fernández y la línea súper ofensiva de 3 formada por Juanmi Jiménez extremo izquierda, Gerard Deulofeu extremo derecha y Pablo Sarabia mediapunta, o quitando al malaguista Juanmi, dándole al capitán Sarabia esa zona e instaurar un trivote creativo con los miembros del doble pivote anterior más el centrocampista sevillista José Campaña, quienes alternan indistintamente su posición. Para marcar, España tiene referencia clara arriba, el máximo artillero –hasta ahora– del torneo, el madridista Álvaro Morata, y las internadas como cuchillos de Deulofeu y Juanmi. Sólo hay fallos atrás. La pareja de centrales Sergi Gómez–Ignasi Miquel no está causando enormes sensaciones. No rotaron ante Turquía y fallaron en 2 de las 3 únicas ocasiones otomanas. En una, Gómez se marcó en propia puerta y en otra, el fallo del portero suplente Adrián Ortolá en su salida, ya que ningún central llegó a tiempo. No tuvieron fallo grave en el otro autogol, el de Jonás Ramalho. Es lo único que hay que corregir, ya que bajo el pórtico, España tiene un gran arquero, como es el perico Edgar Badía, quien falló tan solo en el 1-1 el día de Bélgica y supo resarcirse en el poco trabajo más que tuvo aquel día en que se venció por 4-1.
No me puedo tampoco olvidar de la única duda seria que tienen tanto analistas como el propio Ginés Meléndez: el lateral derecho. Si se desea un defensa férreo, que evite la circulación rival por esa zona, la opción es el lateral del Espanyol Albert Blázquez, mientras que si se busca desdoblarse por banda y ayudar a Deulofeu en sus incursiones por derecha, el nombre que se busca es el madridista Daniel Carvajal.
República de Irlanda, bien organizada pero poco efectiva
Para acabar, hay que analizar lo que nos deja la República de Irlanda. El conjunto de Paul Doolin ha sido una de las sorpresas del torneo. No nos la esperábamos en semifinales al ver a una selección griega muy competitiva en su grupo. Sin embargo, con insistencia y con una organización sobre el césped cuasi perfectas han logrado sobreponerse y clasificarse para la semifinal. El 4-3-3 de los chicos de verde es un sistema que les proporciona verticalidad, asociación y buena cobertura defensiva. El mediocentro organizador de este conjunto, John O'Sullivan, propiedad de Blackburn Rovers, es el director de orquesta de esta Irlanda. Abriendo el juego a las bandas e incluso finalizando él mismo algunas jugadas –demostrando así que en las selecciones aún más inferiores comenzó jugando como delantero centro– está consiguiendo ser el más destacado de su selección. Aunque tampoco hay que olvidarse de los extremos por ambas bandas, quienes están gustando gracias a que siempre suelen recibir muchos balones: por derecha, Sean Murray, del Watford; por izquierda, Anthony Forde, de Wolverhampton Wanderers.
Gracias a este sistema, los tres delanteros están asistidos por la línea del mediocampo, normalmente Jeffrey Hendrick–O'Sullivan–Samir Carruthers; por lo que no es necesario que los laterales se proyecten ofensivamente, una ventaja que les permite tener siempre defendiendo a 4 jugadores en contraataques rápidos u otras jugadas del rival. La zaga no sobresale pero cumple su función. No encaja apenas goles. Si hay que destacar, me quedo con sus centrales, Anthony O'Connor (habitual en remates de córner y faltas) y John Egan, casi siempre seguro atrás. También hay que mencionar al volante Kane McGovern, quien, a pesar de su suplencia, cuando tiene minutos es capaz de ubicarse y moverse por distintas demarcaciones, tanto como en la ayuda defensiva como en el rol de O'Sullivan, quien le quita habitualmente el puesto –ya que teóricamente ambos juegan en la misma posición–. Sin embargo, el problema viene a la hora de definir y marcar. Los extremos son buenos, recorren sus bandas y sirven centros, pero no hay referencia clara para que éstos y los centrocampistas conecten. Lo vimos ante la República Checa, cuando Connor Smith, el delantero del Watford, tenía esta función y apenas le vimos intervenir en todo el encuentro. Contra Rumanía pasó lo mismo el pasado martes. En esta ocasión la referencia era Conor Murphy, al que tampoco se le vio demasiado. Irlanda ha marcado hasta ahora 3 goles, dos de O'Connor en jugadas a balón parado y uno de rebote de O'Sullivan. Su falta de gol les hace ser la selección más inferior de las supervivientes.
Buen artículo David ;)
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